Переводчик Басов Михаил Александрович

Viktor: A veces me quedo mirando a mi mujer. Ella ni siquiera lo sospecha. La primera vez que entró en esta habitación dijo: «Que bien se está aquí. Me gustaría quedarme». Hacía pocos días que nos conocíamos; por aquél entonces se celebraba una conferencia episcopal en Trondheim y ella representaba a un periódico provincial religioso. Nos conocimos durante la comida y entablamos una conversación durante la comida y yo le presenté mi parroquia. Parecía tan interesada que me atreví a invitarla, y vinimos aquí en cuanto terminó la conferencia. Por el camino le pregunté si quería ser mi esposa. No me dio una respuesta clara, pero cuando entró en esta habitación me volvió hacia mí y dijo que aceptaba, que se sentía bien aquí. Después de aquello llevamos una vida tranquila y comedida en esta rectoría. Como es natural, Eva me habló de su vida anterior. Estudió en la Universidad, se casó con un médico y vivió con él varios años.
Escribió dos libros, enfermó de tuberculosis, deshizo su compromiso y dejó Oslo para vivir en una pequeña ciudad al sur de Noruega. Allí empezó a trabajar como periodista. (Coge un libro.) Me gustan sus dos libros, pero este es mi preferido. Dice aquí: «Tengo que aprender a vivir en este mundo. En esa ciencia me ejercito todos los días. Pero me es tan difícil. ¿Cómo soy? No lo sé. Vivo casi a tientas. Si al fin se cumple lo imposible, si aparece la persona que llega a amarme tal como soy, entonces me decidiré a contemplarme a mí misma.» (Pausa.)